Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las gallinas seguían sus ciclos naturales, antes de ser enganchadas a las cadenas de producción de las ovifactorías. En esos tiempos, la cantidad de huevos disponibles no era la misma a lo largo del año. A comienzos de la primavera, en torno a la festividad de S. José, a nuestras queridas gallinitas les entraba el furor reproductor e inundaban los corrales con el producto de sus afanes. Nuestros amigos, los catalanes, aprovecharon esta abundancia creando una especie de natillas, más perfumadas y con más huevos (de los de gallina). A esta crema se le conoció como Crema de S. José, pero hoy en día, quizá por esta ruptura del ciclo natural, es universalmente conocida como Crema Catalana
INGREDIENTES
- 6 yemas de huevo
- 150 g de azúcar
- un litro de leche
- media rama de canela
- la corteza de un limón
PREPARACIÓN:
Se baten las yemas con el azúcar en un cazo. Aparte se pone la leche a calentar con la canela y la corteza de limón hasta que hierva. Se cuela la leche poco a poco y removiendo para evitar grumos (mejor si la dejas templar un poco) sobre la mezcla de yema y azúcar y se pone al fuego de nuevo, removiendo continuamente a fuego lento hasta que esté a punto de hervir de nuevo.
Se coloca en un recipiente plano y ancho (lo tradicional son cazuelitas de barro) y cuando esté fría se esparce por su superficie azúcar molido que se quema con un hierro al rojo (existe un utensilio especial para esto, e incluso una versión eléctrica)
Hay quien le añade un poco de almidón de arroz para mejorar la consistencia, en ese caso se reserva una tacita de leche donde se disuelve el almidón en frío, que se añadirá una vez mezcladas las yemas con la leche hervida.
Se baten las yemas con el azúcar en un cazo. Aparte se pone la leche a calentar con la canela y la corteza de limón hasta que hierva. Se cuela la leche poco a poco y removiendo para evitar grumos (mejor si la dejas templar un poco) sobre la mezcla de yema y azúcar y se pone al fuego de nuevo, removiendo continuamente a fuego lento hasta que esté a punto de hervir de nuevo.
Se coloca en un recipiente plano y ancho (lo tradicional son cazuelitas de barro) y cuando esté fría se esparce por su superficie azúcar molido que se quema con un hierro al rojo (existe un utensilio especial para esto, e incluso una versión eléctrica)
Hay quien le añade un poco de almidón de arroz para mejorar la consistencia, en ese caso se reserva una tacita de leche donde se disuelve el almidón en frío, que se añadirá una vez mezcladas las yemas con la leche hervida.